"Parábola de uno mismo" Alberto Cortez
Por Liliana Pérez
Esta canción de Alberto Cortez describe con imágenes muy claras el recorrido por la vida.
Arrancamos el caminar como niños llenos de
energía, avanzamos en la juventud con gran impulso, en la adultez vamos presos
del qué dirán, de la ambición y la buena fama y así llegamos al final de la vida
en la vejez, y con tristeza reconocemos que hemos sido desechados y olvidados
por la misma sociedad que alimentó nuestro egocentrismo.
Esta historia se escribe millones de veces todos
los días. Está en ti y en mí construir
un camino diferente, para que el día de nuestra vejez podamos recordar
nuestro pasado con una sonrisa y quedemos llenos de todas las cosas que no
pudimos comprar en una tienda, las que no tienen nada que ver con el dinero y
las que nos dan la felicidad plena: los amigos desinteresados, la sonrisa y el
abrazo de nuestros hijos, los recuerdos de nuestra familia, visitar lugares
desconocidos, paz interior, compartir la fe en comunidad, amar apasionadamente,
aprender de los errores y de la vida misma.
Has tu propia lista, y avanza en la vida abrazando las cosas auténticas que te hagan feliz.
Parábola de
uno Mismo
Letra: Alberto Cortez
Música: Alberto Cortez
"Uno va subiendo la vida
de a cuatro los primeros escalones,
tiene todas las luces encendidas
y el corazón repleto de ilusiones.
Uno va quemando energías,
es joven, tiene fe y está seguro.
Soltándole la rienda a su osadía,
llegará sin retrasos el futuro.
Y uno sube, sube, sube,
flotando como un globo en el espacio,
los humos los confunde con las nubes,
subestimando a todos los de abajo.
Y uno sigue, sigue, sigue
sumando vanaglorias y ambiciones;
no sabe en realidad lo que persigue
y va de distorsión en distorsiones.
Uno es un montón de etiquetas,
es un escaparate, un decorado,
un simple personaje de opereta,
un fruto de consumo consumado.
Uno es una simple herramienta
que tiran cuando ya caen en desuso;
uno lo sabe pero no escarmienta,
sigue aferrado a la ilusión que puso.
Y uno piensa, piensa, piensa
que siempre seguirá en el candelero,
que nunca ha de vaciarse su despensa,
que queda mucha tinta en el tintero.
Y uno sigue, sigue, sigue
cautivo de su imagen, caminando.
El ego desbordado no concibe
que muchos otros vengan empujando.
Y uno va teniendo evidencias,
ya no recibe flores ni palmadas:
rechaza que empezó su decadencia,
que va por la escalera de bajada.
Uno alza su voz de protesta,
suplica por seguir estando a bordo
y duda, cuando nadie le contesta
si ha quedado mudo o si son sordos.
Y uno baja, baja, baja,
no quiere, por orgullo, lamentarse
que ya no es quien baraja la baraja
ni se ha guardado un as para jugarse.
Y uno baja, baja, baja,
desciende lentamente hacia el olvido;
hay algo en su balance que no encaja,
lo que ha querido ser y que no ha sido.
Uno queda solo en la mesa
migando su pasado amargamente,
le cuesta confesar que ha sido presa
de un canto de sirenas permanente.
Y uno es una isla desierta,
un médano en el mar, un espejismo
empieza por abrir todas las puertas
y termina a solas con sí mismo."

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